A través de esta maestría te guiaremos con los planteamientos y herramientas que han sido validados, permitiéndonos iniciar un viaje hacia nuestro interior para reconocer las cadenas que nos oprimen quitándonos la oportunidad de construir el amor propio para que no continue siendo un concepto, y así empezar tu camino hacia la sanación y la trascendencia, reconciliándote con tu naturaleza Divina para recordar la grandeza de tu Ser.
Las personas vivimos impulsadas en una búsqueda constante de la felicidad y la mayoría de veces creemos que es con una relación con la cual lo vamos a lograr; sin embargo, lo que desconocemos de las relaciones es que han sido construidas desde nuestros vacíos, carencias, heridas, afectaciones, miedos e inseguridades, siendo una limitante que nos lleva a experimentar muchos conflictos creyendo que la otra es quien tiene que comprender o cambiar. Es por esto que, en este momento los diferentes escenarios de nuestra vida nos puede estar exigiendo tanto y llevando a un punto de quiebre para darnos la oportunidad de aprender a hacerlo diferente.
Aprender a vivir nos exige desaprender lo que hemos creído Ser y construir “El amor propio” desde la consciencia ; es por esto que, esta entrega es el resultado de 18 años de camino de orden espiritual que me ha permitido integrar los diferentes escenarios de vida , construyendo un método de acompañamiento para entregar el conocimiento y las herramientas de trascendencia para que las personas comprendan su realidad y a gestionar su mundo emocional, permitiéndoles hacer una transformación para recordar la grandeza de su Ser.
Cuando pensé que mi vida estaba resuelta por que había alcanzado una posición económica, tenía una gran familia, tenía un bienestar e incluso llegué a pensar que ya no iba a trabajar más, todo se vino al piso, la quiebra económica, los problemas familiares y la enfermedad me sumieron en depresión, angustia, miedo y desesperanza.
Le empecé a pedir a Dios, le clamaba que me sacara de ese sufrimiento, busqué en religiones y en libros, pero mi drama seguía siendo el mismo. Luego lo desafié y le decía que cómo siendo su hijo continuaba con este dolor y que no sentía su ayuda, sentí culpa y temor, pero nada cambiaba, se acabaron mis opciones y me sumí en la angustia existencial; le dije “Dios ilumíname o elimíname”.
Le dije a Dios que, si era para estar muerto ya lo estaría, si era para estar loco no estaba lejos, pero que, si era cierto que su hijo el maestro Jesús estaba dispuesto a cargar la cruz por las personas, me ayudara con la mía porque yo no podía con ella, y fue en ese momento que algo sucedió en mí qué me hizo sentir que mis problemas habían terminado y que ya no tenía sufrimiento, entonces elegí seguir al maestro Jesús.
Esa búsqueda me condujo a un camino espiritual y en él empecé a encontrar las herramientas y el conocimiento para sanar y transformar mi vida, luego comprendí que esa experiencia podía servir a muchas personas y a los 7 años de estar en esta búsqueda encontré mi propósito de vida: El servicio a la humanidad, ayudar a las personas a encender una luz en sus vidas para que iluminen su camino.
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